Y aquí me encuentro, en esta fórmula intermedia, sin la más mínima esperanza de que un día lo leas y me entiendas un poquito mejor, o más bien, un poquito menos mal.
Desde que te conozco ha ocurrido una metamorfosis; no imaginas como era antes de conocerte, era un despojillo, apenas una larva encerrada en su capullo. Cuando tú apareciste, la mariposa se abrió camino a través de la crisálida que la aprisionaba. No, lo uno no es consecuecia de lo otro, ni tampoco su causa. Fueron, simplemente, dos hechos que transcurrieron simultáneamente, y que ya van ligados para siempre.
Pero al salir de la crisálida mis movimientos eran torpes, tanto por la falta de práctica como por la ausencia de un destino: por un lado quería salir a descubrir el mundo, por el otro quería volver a plegarme sobre mí misma y regresar al capullo donde me creía segura.
Y así sigo, no sé si voy o vengo, si quiero o no quiero, pero ahora ya sé donde estoy: estoy en el camino. En mi camino, el que yo elegí, el que voy a hacer a mi manera, sin condiciones, sin que nadie me imponga ninguna obligación.
Esto sí que es "la libertad".
babel